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domingo, 1 de abril de 2012

Paso, presente, bar.


Acostado en mi cama, mirando el techo; comencé a pensar como pasa el tiempo, diez años ya, veinte años de preguntas y dudas.

Me propuse a levantar mi cuerpo sin fuerzas de esa cama, y salir a caminar por la noche de Buenos Aires, una noche fría y calma se manifestaba, emprolije mi sobretodo gris y le levante su cuello, esa noche el frió  podia recorrerme toda la nuca, encendí un cigarrillo, me costo un poco coordinar mis manos, el encendedor y mi boca con el cigarrillo pero al final lo logre. Me dispuse a caminar, en verdad necesitaba hacerlo, mi mente era una gran licuadora, una licuadora de la sociedad, así solía decirle hace tiempo atrás pero ya no, ahora era una licuadora mental y la sociedad ya no me importaba, había pasado de moda el jazz o por lo menos ya no lo pasaban en los bares de once.
No se si fue mi destino rebuscado o mi inconsciente escondido pero termine en ese bar-confiteria, con su olor tan peculiar. Si ya recuerdo ese olor a café recién hecho y ni hablar del café cubano que a ella le facinaba, sonreí al recordarla tomando café y discutiéndome de política, siempre hablando con las manos e insultando a los milicos pero lo decía con voz baja no quería que la escucharan hablar así las señoras "paquetas" que nos rodeaban, pues ella era una señorita de apariencia educada y fina pero los dos sabíamos que eso solo era su apariencia física en realidad ella era una revolucionaria feminista cuando hablaba de política, de música o de la sociedad en si, dejaba de lado su apariencia y salia la verdadera Ana, así era su nombre, una palabra sencilla, con tres letras pero las mejores tres letras que escuche en mi vida, estaba tan enamorado que ella nunca lo supo o en realidad si lo sabia pero nunca lo quizo ver siempre me decía "Yo nunca podría estar con un intelectual, vos sabes de eso muy bien, son esos tipos que visten sobretodos, esos que son fumadores compulsivos que tiene olor a naftalina y siempre llevan un libro bajo el brazo... ay dios no podría" cuando Ana terminaba de pronunciar estas palabras guionadas (así las llamaba yo para hacerla enojar un poquito) inmediatamente yo sabia que lo decía por mi pero en verdad nosotros estábamos juntos de una manera rara, pero estábamos juntos, nos veíamos todos los días en la facultad o en las reuniones de los amigos, nunca lo admitimos pero lo sabíamos.
Una vez por semana ella me esperaba en su casa de Palermo, los dos nos mirábamos con ganas, dios no había mejor día de la semana que los jueves, hacíamos el amor como nunca y yo me imaginaba esa situación todos los días de la semana repetitivamete, fantaseaba con tocarle su cuerpo, investigar cada rincón perfecto de ella todos los días de mi vida. Sabia que yo era el único hombre que había estado en su cama, en realidad no lo sabia pero era mas feliz pensarlo así.
Cuando volví del pasado, abrí mis ojos, decidí entrar en ese bar que me recordaba a Ana; casualmete estaba la misma mesa vacía que hace veinte años atrás así que tome coraje, respire hondo y me dirigí hacia la mesa, tome la silla con seguridad y me senté, agarre una servilleta de papel y comencé a jugar con ella hacer barquitos de papel pero me salían pésimos levante mi vista y comenzo de vuelta "la maquina del tiempo" recordé, esa noche de noviembre en la que ella me enseño hacer esos malditos barquitos que por cierto a Ana le salían perfectos, entonces creí verla sentada frente a mi retandome porque doble muy mal la servilleta y ella riendo, mirando mis manos torpes enredándose todo el tiempo, hasta que llego el mozo y volví a la actualidad e inmediatamente Ana se fue, y el mozo (pobre chico) esperando tomar mi orden, atine a pedir un café, para ser mas preciso le pedí una lágrima, para que me acompañe en sentimiento, el joven lo anoto y se fue. Entonces Ana volvió pero esta vez, vi lo que realmete paso hace veinte años, nunca supe porque pero ella se tenia que escapar de algo pero como de costumbre Ana contaba mal las cosas, por la mitad y no daba ningún tipo de detalle en eso si que era diferente a otras mujeres, por ejemplo Luisa era muy charlatana y lo contaba todo, por supuesto Luisa fue mi mujer después de que Ana se marcho sin dar explicación pero eso no duro y tal vez la historia de Luisa la cuenta otro bar pero ese bar en donde estaba ahora me hablaba sobre Mi Ana.
Siempre mezclaba pasado con presente, entonces yo me veía a mi como estoy ahora, con menos pelo ya comenzaban las canas y ella estaba igual, con su pelo largo y rojizo intenso, su cara blanca y sus labios rojo rubí, porque ella siempre a los colores le tenia que poner un objeto. La mire pero algo paso y Ana se levanto, se me acerco, beso mi mejilla lentamente y la recorrió con su mano, yo cerré mis ojos, oli su perfume y se fue, lo ultimo que recuerdo de esa noche es el ruido de la puerta al cerrarse, para siempre. Volví al presente abrí mis ojos y estaba el joven mozo, seguramente es ingenuo, nunca se enamoro de nadie y en su vida no le pasa algo realmente interesante, pobre joven, los sentimientos que le faltan por encontrar y regalar, lo mire y el dijo:
- Señor su lágrima. repitió varias veces el joven mozo
-Mire joven le voy hacer sincero no la voy a tomar, se la pago y se la regalo, en realidad me tengo que ir.- le dije mirándolo, deje la plata en la mesa y me fui.
Ahora era yo el que abría esa puerta y se marchaba dejando a Ana en ese bar, en realidad no la deja, ella era parte de mi, porque esos jueves se convirtieron en miércoles y jueves, esos miércoles y jueves en miércoles, jueves y viernes y así hasta que se completo la semana, porque ahora era yo el que iba a buscarla a España, el que viajaba para estar con ella, mi amante, mi amor porque veinte años no eran en vano porque ella se fue esa vez pero no les conté el final o en realidad era el principio, porque corrí a buscarla, la encontré en una esquina, la sujete fuerte la bese y la deje ir.

Lightning Bolt 2